Un día soñé que
mi pecho era una habitación.
Y pensé en un otoño seco
que se había llevado el agua de los ríos.
En las canciones de la piel
que no tenían estribillo.
En las miradas sordas
que lloraban trigo
cuando soñaban con el mar.
Mis pupilas empezaron a sudar
piedras transparentes
que rompían su vuelo en mi pecho.
Desperté!
Y descubrí
un amanecer en tu pelo.
Más o menos
cuando las ventanas lloraban el rocío.
6:50 de tu mañana.
Cerré los ojos. Tranquilo.
Satisfecho de mí mismo.
Tu mano abrazaba mi mano.
El día empezaba a correr en tus ojos,
los míos entornados.
Comprendí que mi pecho
era un campo suave,
y comprendí que el sueño sueña conmigo.
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